Las materias de programación resultan no ser
atractivas para muchos estudiantes, aún cuando su uso y finalidad la
compartimos en nuestro diario quehacer: la aplicación de nuestras destrezas para
solucionar problemas. Y es en esto donde radica su verdadera esencia.
Lamentablemente la realidad se reduce a una
simple definición: "programación significa memorizar instrucciones de un lenguaje para
resolver ejercicios que en muchos casos resultan incomprensibles". Para
empezar, acordemos que el verdadero papel de la programación en nada está relacionado
con un lenguaje de programación en específico (no confundamos lenguaje con
paradigma), sino que se sitúa en un espectro aún más interesante y útil: permitir
al estudiante agudizar sus habilidades para enfrentar problemas de una manera precisa
y sistemática, en donde el rol que juega el lenguaje de programación consiste
en fungir como una herramienta de trabajo con una gran flexibilidad apenas
limitada, permítaseme decirlo, por la imaginación y creatividad del programador.
Resulta entonces claro cuáles son las
habilidades que en los estudiantes se deben fortalecer y los conocimientos que
deben adquirir para que la programación deje de ser un dolor de cabeza: saber
leer/escuchar (comprensión del problema), despertar su creatividad para
proponer una solución al problema (diseño del algoritmo), conocer la
herramienta que se utilizará para implementar la solución (traducción del
algoritmo), y abrir la imaginación para someter la solución propuesta a
diferentes escenarios y así validar cuándo los resultados arrojados no cumplen
las expectativas y entonces hacer los cambios pertinentes (depuración del
programa).
Como puede apreciarse, la programación finalmente
es una actividad con la que todos estamos familiarizados, y es un gran medio a
través de la cual pueden descubrirse y fortalecerse habilidades que saltarán de
la computadora a la vida diaria.
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